Duelos

El duelo es el proceso que atravesamos cuando experimentamos una pérdida o realizamos un cambio importante en nuestra vida, de ahí que un duelo se lleve a cabo no solo ante el fallecimiento de un ser querido sino también ante rupturas de pareja, perdidas de relaciones personales o cambios vitales importantes como cambiar de residencia, cambiar o perder el trabajo, terminar una etapa vital, etc.
Este proceso suele realizarse a través de una serie de fases que se desarrollan con naturalidad. A través de estas fases aparece sintomatología relacionada con la pérdida o cambio vital sufrido, que sin llegar a ser patológico, puede ser muy doloroso. Si quieres saber más de ello puedes leer este artículo: «Fases del duelo»
Las situaciones, comportamientos y sintomatología que explico a continuación pueden o no aparecer en diferentes personas y se pueden experimentar de forma diferente en cada una. Son reacciones totalmente normales y adaptativas, por lo que en un primer momento no deberían asustarnos. Estos síntomas pueden ser experimentados durante un tiempo de hasta 6 o 12 meses sin que signifique que es algo patológico. El problema se da cuando este proceso se alarga en el tiempo, resulta excesivamente difícil, se ve entorpecido de alguna forma o no se consigue avanzar de manera natural generando así lo que llamamos duelo complicado o patológico.
Duelo complicado o patológico
El duelo complicado se caracteriza cuando uno o más de los siguientes síntomas se da de forma muy significativa e interfiere en el desarrollo normal de la vida de la persona.
Pensamientos intrusivos (que entran en la mente sin control) acerca del fallecido, de la persona con la que se ha cortado la relación o de la situación vital anterior.
Recuerdo de la persona ausente o situación anterior con una enorme y profunda tristeza.
Gran dificultad para aceptar la pérdida/cambio y asumir que las cosas ya no son como eran. Suele ir acompañada de incredulidad o anestesia emocional en relación con la pérdida/cambio vital.
Dificultades para recordar sin excesivo dolor a la persona o a la situación pasada.
Excesiva irritabilidad, amargura y/o enfado en relación con la pérdida/cambio vital.
Evitación excesiva de pensamientos o recuerdos de la persona o situación anterior debido al sufrimiento que provoca experimentarlos.
Deseos incontrolables de volver a estar con la persona o volver a la situación pasada. Se suelen dar los siguientes comportamientos:
Búsqueda del fallecido (aun sabiendo que ha muerto). Suelen darse de forma inconsciente fruto del proceso de aceptación o asimilación de la perdida.
Búsqueda reiterativa de la expareja o persona con la que ha finalizado la relación. En este caso suele ser algo voluntario, como una forma de conseguir reducir o eliminar el malestar y evitar la pérdida.
Búsqueda de alternativas para volver a la situación en la que se estaba antes.
Dificultad para confiar en otras personas desde la pérdida o de confiar en que la nueva situación pueda ser buena.
Sentimientos de soledad o desesperanza muy intensos desde que dio lugar la pérdida/cambio vital. Puede acompañarse con la sensación de que ha muerto una parte de uno mismo.
Valoraciones desadaptativas acerca de uno mismo en relación a la pérdida/cambio vital. Sentir que la vida no tiene sentido o está vacía sin la otra persona o creer que no se puede funcionar sin ella. En caso de ser un cambio vital esos sentimientos harían referencia a la incapacidad de pensar que puede adaptarse a la nueva situación o que no tiene sentido vivir así.
Confusión acerca del papel de uno mismo en la vida o disminución del sentimiento de identidad propia.
Dificultad o reticencia a mantener intereses y metas o hacer planes de futuro desde la pérdida/cambio.

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