Imagino que alguna vez te habrás preguntado por qué nos entra hambre y nos da por comer cuando tenemos estrés o ansiedad. El estrés convierte a dos tercios de las personas en hiperfágicas (consumen mayor cantidad de comida en épocas estresantes) y el resto hipofágicas (al contrario, reducen la ingesta). Esto es debido a la acción de dos hormonas involucradas en la respuesta del estrés:

La hormona CRH (hormona liberadora de corticotropina), es liberada por el hipotálamo y estimula la pituitaria para que segregue ACTH (corticotropina). Esto provoca, en pocos minutos, que las glándulas suprarrenales comiencen a liberar otra hormona, los glucocorticoides.

El CRH inhibe el apetito, de ahí que, al inicio de la respuesta de estrés haga efecto inmediato provocando la pérdida de éste. En cambio, los glucocorticoides estimulan el apetito, preferentemente para alimentos que son azucarados o saturados en grasa.

Tienen efectos opuestos pero conviven durante poco tiempo.

Aunque su aparición coincide en el tiempo con escasos minutos de diferencia, ambas hormonas conviven en el torrente sanguíneo durante muy poco tiempo y actúan en momentos diferentes, por lo que sus efectos opuestos no consiguen anularse mutuamente.

El CRH actúa con mayor rapidez que los glucocorticoides. Cuando finaliza la situación estresante, el CRH tarda segundos en desaparecer de la corriente sanguínea, mientras que los glucocorticoides pueden llegar a tardar horas. Estos últimos más que mediadores en la respuesta de estrés, funcionan como medio de recuperación de ella.

Esto explica por qué cuando recibimos una noticia que no nos gusta, discutimos con alguien o pasamos por un momento estresante se nos “corte el cuerpo y desaparezcan las ganas de comer”, pero pasado un tiempo necesitamos recuperar energía y nos deleitamos con algo apetitoso.

Hasta aquí, todo normal. Cuando suceden estos episodios estresantes de forma puntual en la vida de una persona, el cuerpo actúa y recupera la normalidad sin tener ningún problema aparente.

¿Por qué se produce entonces la hiperfagia o la “ansiedad por la comida”?

La hiperfagia es el aumento excesivo de la sensación de apetito e ingestas descontroladas de alimentos sin motivo aparente. Conociendo estos datos se puede concluir una de las razones por las que se produce, y esta es el estrés crónico.

Si estamos expuestos a frecuentes e intermitentes agentes estresantes durante un periodo de tiempo, se producirán frecuentes liberaciones de CRH y de glucocorticoides. Es entonces cuando el CRH desaparece en poco tiempo del torrente sanguíneo mientras que la liberación de glucocorticoides está próxima a la no interrupción, debido a la lenta velocidad a la que dejan de estar en circulación. Esto hace que en el periodo de tiempo en el que los glucocorticoides campan a sus anchas hasta el próximo momento estresante busquemos la forma de reducir el apetito. He aquí la sensación continua de hambre o “ansiedad por la comida”.

Hay personas a las que esto no les ocurre.

Pero no todo el mundo funciona de la misma forma, hay diferencias entre nosotros en función de los siguientes factores:

Los niveles de glucocorticoides de cada persona regresarán a su línea base (desaparecerán) a un ritmo diferente, por lo que para algunas personas este ciclo será más duradero que para otras. El origen de estas diferencias puede ser de dos tipos:

El otro motivo está relacionado con la actitud que tenemos hacia la comida, es decir. Hay personas para quienes comer es una tarea disciplinada, siguen una dieta o restringen la ingesta para evitar el aumento de peso. Curiosamente, son estas personas las que, durante el estrés, tienen más probabilidades de volverse hiperfágicas debido a que la mayoría de ellos se “premian con caprichos” cuando consiguen sobrellevar o resolver situaciones estresantes. Necesitan aliviarse en los momentos difíciles con algo que normalmente tienen restringido o controlado.

Fuente:
Sapolsky, Robert M.. (2017). ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?. España: Alianza Editorial.

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