Según la RAE, el término enloquecer significa “perder el juicio o hacérselo perder a alguien”. A su vez, el juicio es “la capacidad por la que el hombre puede distinguir el bien del mal y lo verdadero de lo falso, un estado de sana razón, cordura, lógica o sensatez.

El sufrimiento humano viene causado, en gran parte, por nuestra capacidad de mantener el juicio, porque de esta forma mantenemos nuestra coherencia, creencias, pensamientos, ideas, etc., que consideramos necesarios para vivir en sociedad. Y sí, no lo voy a negar, pero a veces nuestra coherencia no nos ayuda a desarrollar una buena salud emocional, nos quedamos anclados o nuestra vida comienza a ir a la deriva mientras intentamos mantener todo en orden y armonía.

Por ello, si conseguimos hacer el proceso en el que, de forma transitoria y controlada, perdemos momentáneamente esta valiosa capacidad humana y nos permitimos enloquecer… podemos encontrar el motivo del sufrimiento y, por lo tanto, modificarlo, eliminarlo o relacionarnos con el de una forma diferente.

Es curioso que para poder sanar me tengamos que permitirnos enloquecer, pero créanme, es la mayor demostración de amor que puedes tener hacia tí mismo.

¿De dónde viene «licencia para enloquecer»?

El día que comencé la universidad, llegué a mi primera clase, y el profesor nos dio la bienvenida y nos ofreció información que todo novato necesita saber su primer día de universidad. Entre toda esa información, dijo algo que se me quedó grabado, una frase de las que te hacen pensar. Dijo: «no os preocupéis, cuando terminéis la universidad tendréis muchos conocimientos de psicología, pero lo que seguro que tendréis es una licencia para enloquecer”.

Desde entonces, esta frase ha cobrado dos significados para mí,

El primero apareció el día que vi a mi primer paciente, sentado frente a mí y mirándome con expectación, en ese momento sentí que la única licencia que tenía era esa… sin saber si realmente iba a hacer bien mi trabajo y si con ello podría ayudar a las personas, aportándoles cordura y salud emocional en vez de enloqueciéndolos… Pero este significado cambia cuando te das cuenta de lo que realmente te importa, y sigues estudiando, sigues investigando, practicando, trabajando… Y esto hace que, aparte de enloquecer, puedas también encontrar el antídoto, esa motivo que hace que merezca la pena.

Un buen psicólogo tiene licencia para ayudar a los demás a mejorar sus vidas, y a permitir que esa “locura” se vuelva cordura, pero nunca se puede llegar a la solución de un problema si nunca se ha conocido el problema o no se sabe llegar a él. Por ello que me sienta orgullosa de tener esa “licencia para enloquecer», porque eso significa que también tengo la licencia para acompañar, entrenar y ayudar a mi paciente a caminar hacia lo que verdaderamente le importa, a recuperar las riendas de su vida y que pueda vivirla de la forma más valiosa y significativa posible.

De la misma forma, y como terapeuta, considero esencial dar esa licencia también a mis pacientes, para que se permitan enloquecer, ver su parte más oscura, primaria, para conocer sus reglas de funcionamiento que a veces no funcionan, desafiar su lógica, para conectar con sus miedos, sus valores, y en definitiva, con su propio ser… para que se observen a si mismos de la forma más sincera y humana posible, despertando a su propia “locura” y escuchando lo que le cuenta, sin juzgarla. Así, llegará el momento en el que ellos también tengan el poder de ayudarse a sí mismos y de elegir el camino más satisfactorio que puedan recorrer en su vida.

Por todo esto, permítete darte esa licencia, ponte en manos de un buen profesional, viaja a tu interior más oscuro y al más luminoso, estúdiate a ti mismo, quiérete, cuídate, pero sobre todo… enloquécete.

Fdo. Laura Cubino.

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