Solo las personas que padecen de ansiedad entienden lo difícil que es convivir con ella. Todos los intentos por eliminarla o reducirla acaban fracasando y hacen que la persona cada vez la sufra con más intensidad. Pero, ¿por qué? En esta entrada quiero explicar esas trampas que hacen, que se caiga una y otra vez en intentos fallidos, y que de esta manera la ansiedad consiga mantenerse. Para ello haré referencia al esquema A-B-C explicado en otra entrada.

Una persona, ante una situación aparentemente normal e inofensiva (A) puede responder con ansiedad (C), debido a que, por ejemplo, en ese momento sus condiciones físicas no son las más adecuadas o está atravesando por una etapa difícil, y por lo tanto su interpretación de la situación (B) es negativa o desadaptativa, catalogándola como peligrosa. Esto hace que la persona adquiera un aprendizaje (condicionamiento) en el que dicho acontecimiento va seguido de ansiedad, sin darse cuenta del aspecto cognitivo, es decir, lo que está pensando en ese momento.

Bien, la respuesta de ansiedad es tan desagradable e intimidatoria que, la persona buscará la forma de librarse de ella. Y aquí es donde empiezan las trampas…

La primera trampa sucede cuando entran en juego lo que llamamos las conductas de seguridad, y existen dos tipos: de escape y de evitación.

La conducta de escape consiste en eliminar la ansiedad, que puede hacerse tomando un ansiolítico, saliendo corriendo, durmiendo, etc. Esta respuesta consigue que la ansiedad sea eliminada y que por ello aparezca una nueva situación de seguridad (A), que hace que la persona interprete como inofensiva (B) y que por ello aparezca una consecuencia emocional de tranquilidad (C).

La otra conducta, de evitación, no aparece de la misma forma que la de escape, si no que se da ante la aparición de una futura situación considerada como amenazante. Esta respuesta hace que al detectar la situación (A) se interprete como peligrosa, ya que  cumple con los requisitos para provocar la ansiedad (B), y por lo tanto se decida evitarla y no exponerse a ella (C).

Ambas conductas dan una respuesta aparentemente positiva ante la ansiedad, ya que permite eliminarla de forma instantánea o evitar que aparezca. El problema está en que solo es una consecuencia positiva a corto plazo, ya que, de esta forma, lo que se consigue es que la ansiedad siga manteniéndose a largo plazo. ¿Por qué? Porque lo que se está haciendo es darle poder a la situación amenazante y reforzar el aprendizaje que se hizo en el pasado, por lo que le decimos a nuestro cerebro que puede sentir ansiedad cuando quiera ya que nosotros le protegeremos con una de estas dos conductas.

TRAMPA ANS

Entonces, ¿Cuál es la solución? Muy simple, pero a la vez muy difícil. Lo que se debe conseguir es eliminar esa asociación que se hizo, desaprender. Enseñarle a nuestro cerebro que esa situación no es amenazante, y que nuestra interpretación y nuestros pensamientos en ese momento nos jugaron una mala pasada (independientemente del por qué), que ahora no tiene por qué ser así. Pero esta es la parte fácil, la difícil viene cuando la persona se enfrenta a esas situaciones sin permitirse evitarlas o escapar de ellas.

La otra trampa es la que llamo «el miedo al miedo». Con el paso del tiempo, la situación que nos desencadenó la ansiedad por primera vez es destronada por la propia ansiedad, que aparece con más poder amenazante que la anterior. Me explico, cuando aparece las primeras veces, se muestra de una forma tan espontánea, aparatosa y agresiva que el simple hecho de pensar en volver a pasar por esa experiencia provoca más miedo que la situación que lo desencadenó en un principio. Es decir, se produce una generalización en la que, cada vez, el miedo es provocado por más estímulos o situaciones, ya que no son las características de éstas las que angustian a la persona, si no la posibilidad de que vuelva a aparecer esa consecuencia tan temida, la famosa ansiedad.

Y aquí es cuando se comienza a tener ansiedad por tener ansiedad, se tiene miedo al miedo.

TRAMP ANS

En este punto la solución es un poco más complicada ya que se debe eliminar el miedo a lo que uno mismo ha creado en función de su experiencia. Y poner en duda algo que se ha vivido de forma tan significativa y tan negativa, y conseguir que deje de asustarnos es tremendamente difícil, se vive como una verdadera lucha con tu propia mente, que te avisa de la catástrofe, por lo que a la persona le resulta imposible sobrevivir a ella sin volver a caer de nuevo en la primera trampa, evitar o escapar…

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