Vivimos en la sociedad del “dejarse hacer”. Consumimos, contratamos y pagamos servicios con la condición de que sean otros los que hagan el trabajo. Nos hemos acostumbrado a tener una actitud pasiva, a llamar al fontanero para que arregle nuestro problema en casa, al dentista para que me arregle la dentadura, al masajista para que me arregle o solucione los problemas de espalda, al peluquero para que me arregle el pelo y me deje guapo/a, al médico para que me derive al cirujano y me opere y me solucione un problema de salud. En resumen, nos “dejamos hacer”, pasamos la responsabilidad a la otra persona, en este caso al profesional, y de esta forma evitamos hacer cualquier cosa que nos suponga un esfuerzo.

Cuando una persona piensa en ir al psicólogo a hacer terapia acude con esa mentalidad. El problema aquí es que el psicólogo no hace por ti, y una terapia no la hace el profesional. En este caso la responsabilidad es compartida. Está claro que el trabajo de un psicólogo es entender tu problema y ayudarte a solucionarlo, pero no lo va a solucionar por ti mientras tú te dejas hacer. Cuando haces terapia, el protagonista eres tú y, con la ayuda y las indicaciones del profesional, eres tú quien debe “hacer” o actuar. En este caso no sirve dejarse hacer, el terapeuta hará su trabajo y asumirá su parte de responsabilidad, pero si tú no haces, no te esfuerzas y no cambias, seguramente continúes con tu sufrimiento, y esa si es TU responsabilidad.

Entonces, ¿qué tengo que saber antes de hacer una terapia?

El psicólogo NO soluciona problemas, ni los elimina, ni hace que te sientas bien, ni “te cura”. Me explico, cuando vas al gimnasio para ponerte en forma, tu entrenador no hará el ejercicio por ti, te dirá qué debes hacer para que seas tú quien haga el ejercicio y por lo tanto te pongas en forma o adelgaces; de la misma forma cuando vas al médico no es él quien se toma el medicamento, sino el que te dice que debes hacer para curarte, y eso depende de que tu lo hagas o no, no de lo bueno que sea el médico. Lo mismo pasa con un psicólogo, lo que hace es comprender la situación en la que estás, ayudarte a entender por qué has llegado a esa situación y qué es lo que necesitas para salir de ella o convivir con ella. Te dará herramientas para que tú mismo seas quien solucione o elimine el problema y para que te sientas bien por ti mismo. Por muchas veces que vayas a consulta y por muchas horas que estés ahí sentado tu problema seguirá contigo hasta que decidas ponerte en marcha.

Hacer terapia significa cambiar, y a veces esos cambios cuestan mucho esfuerzo, e incluso duelen emocionalmente. Acudir a un psicólogo no consiste en ir a hablar para contarle tus problemas y que te aconseje mientras tu sigues teniendo tus ideas y pensamientos, para eso están los amigos, familiares y las cafeterías y parques. Un psicólogo no es un consejero que te dirá lo que quieres escuchar o te recomendará hacer aquello que te suponga el mínimo esfuerzo. A veces, el psicólogo te dirá que hagas justo lo que no quieres hacer porque te da miedo, te duele, te supone malestar o esfuerzo, pero es lo que necesitas hacer. La terapia no te salva, te ayuda, y a veces la ayuda consiste en recibir algo que no queremos, pero que es lo que necesitamos. Por lo que cuando llegas a terapia con unos esquemas mentales, valores, creencias o patrones de pensamiento que te provocan malestar lo que debes hacer es CAMBIARLOS. Y sí, como estarás pensando, eso lo llevas pensando toda la vida, eso es lo que te define como persona, pero también es lo que te hace daño. Cambiar un pensamiento, una creencia o tu forma de ver el mundo es muy difícil y a veces cuesta mucho esfuerzo.

En muchas ocasiones hacer terapia duele y esto ocurre precisamente por lo que acabo de comentar. Cambiar patrones, esquemas, moldear nuestra mente, arriesgarnos a perder personas, lugares, cosas, enfrentarnos a nuestros miedos más temidos y a nuestros demonios internos, descubrir nuestra verdadera esencia y realidad y aceptarla incluso cuando no nos gusta… DUELE. Hacer terapia no consiste en pasarlo bien, ni salir sonriendo, ni empezar a sentir emociones positivas mágicamente.

Hacer terapia requiere TIEMPO y DINERO. Si has leído las líneas anteriores entenderás por qué necesitas tiempo, que puede ir desde meses hasta años. No podemos pretender solucionar nuestros problemas en 2 o 3 sesiones. Lo siento, es imposible, tu cerebro necesita tiempo. Con respecto al dinero, si, como todo en esta vida, cuesta dinero, ya que tienes a una persona que se ha formado y entrenado específicamente para ayudarte a hacer todo lo que te acabo de explicar y mucho más. Esa persona es tu psicólogo, tu terapeuta, y te está dedicando tiempo de su vida en ayudarte a solucionar la tuya, por lo que debe pagar dinero, de la misma forma que pagas al fontanero, al dentista, al médico, al abogado, al peluquero, al fisioterapeuta y al frutero y panadero de tu barrio.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.