¿Qué es?

La alianza terapéutica es un vínculo que se crea entre el terapeuta (psicólogo) y el paciente. Y pensarás, ¿vínculo? Yo tengo vínculos con todo aquel que me relaciono. Ok, este vínculo es diferente, se da cuando ambas personas, en un ambiente terapéutico, deciden unirse, formar equipo sólido y trabajar juntas durante un periodo de tiempo. En cada uno, según mi experiencia, aparecen algunas de estas características:

· El paciente me percibe como alguien cercano, agradable, siente que comprendo su problema y que empatizo con él y confía en mí, ya que considera que soy la persona indicada para ayudarle en su problema. Aparece a partir de entonces un interés en seguir manteniendo esa relación conmigo, se genera un clima cálido, tranquilo, confortable, de afecto, etc.

· Como terapeuta, escucho activamente a mi paciente, me interesa comprender con detalle lo que me plantea, siento aceptación por cómo es, como se expresa, y la dificultad que tiene para enfrentarse a sus problemas. Veo que soy capaz de ponerme en su lugar, de percibir cómo se puede estar sintiendo (eso que todos conocemos como empatía). Confío en que tengo la capacidad para ayudar a esa persona y deseo que vuelva la próxima sesión para trabajar con él/ella. Por lo menos así es como yo lo siento.

*Importante: tener una alianza terapéutica no tiene nada que ver con que te guste o no la persona, te caiga bien o mal, o compartas valores y creencias. Es mucho más que eso. Puedes crear esa alianza incluso con personas totalmente opuestas a ti, con las cuales sabes que no tendrías otro tipo de relación más que ese o que viven su vida de forma muy diferente a ti. Esos detalles no son imprescindibles para que se dé el vínculo, aunque si están presentes evidentemente ayuda.

¿Como se crea?

Esta pregunta es más difícil de contestar con palabras, de hecho, hay muchos estudios que intentan detectar el momento en el que el vínculo aparece y se hace presente, pero es complicado. ¿Por qué? Porque la aparición de la alianza terapéutica no avisa, es decir, puede aparecer en la primera o en la tercera sesión (o más adelante, aunque es raro), y muchos autores lo describen como un momento “mágico” en el que de repente, a partir de ese momento, ves a la otra persona con otros ojos y sientes eso que he descrito antes. Puede que aparezca debido a una mirada, un gesto, o un comentario en el que… tarán!!, te identificas y te conectas con esa persona. Desde mi punto de vista, tanto como paciente que he sido y terapeuta que soy, es algo maravilloso, enriquecedor y que te trasmite confianza y bienestar.

¿Por qué es tan importante?

En mi opinión, tener una buena alianza terapéutica es imprescindible para que el proceso terapéutico funcione correctamente. Este vínculo permite que tanto terapeuta y paciente caminen en la misma dirección, es decir, que puedan trabajar juntos para conseguir los objetivos que propusieron, que formen un equipo.

También considero fundamental que mi paciente confíe en mí, en lo que sé, en lo que le indico que considero que es lo mejor para él/ella y que no me contradiga ni ponga en juicio lo que le explico o recomiendo (a no ser que mi intención sea esa), porque de esta forma podré guiarle hasta que sepa que puede hacerlo por si mismo/a.

Otro aspecto de importancia es que, si se mantiene esa alianza, la persona lo considerará como algo agradable y bueno para ella y será constante en su proceso, acudirá a sus sesiones y trabajará día a día para mejorar, por lo que habrá menos casos de abandono de la terapia.

Cuando hay alianza terapéutica, la consecución de objetivos no se verá interrumpida, el paciente verá cómo va mejorando (eso si, siempre con su trabajo personal) y el terapeuta sentirá que su trabajo tiene valor.

Momentos en los que peligra

problemasEn la relación con pacientes con los que no se ha creado un buen vínculo aparecen varios problemas. Puede ser que no esté dispuesto a colaborar, esperando que sus problemas desaparezcan sin más, o también puede pasar que el terapeuta sea incapaz de empatizar, comprender o aceptar completamente a la persona que tiene delante, por lo que esa intención de ayudar al otro no aparece. En ambos casos crear esa alianza no es posible, ya que uno de los dos no se compromete.

En mi caso, las veces que más me ha costado establecer el vínculo o que, directamente, me ha sido imposible se han debido a estos factores:

· Mi paciente no confía en mí. Hay personas que me dicen que les parezco muy joven, no confían en que tenga la suficiente capacidad, conocimientos o experiencia para ayudarles y no quieren ponerse en mis manos. (No les culpo, yo también he tenido ese prejuicio con otros profesionales, y más cuando mi salud física o emocional está en juego). También puede suceder al contrario, es decir, si yo como terapeuta considero que tengo carencias personales(experiencias vividas) o profesionales (falta de formación o experiencia sobre el tema que me plantea el paciente), puede que genere una desconfianza hacia mí misma y eso sea suficiente para mostrarle al paciente que tampoco confíe en mí, haciendo que se aleje.

· Observo que mi paciente viene esperando un “milagro”, que no tiene intención de esforzarse o poner de su parte y que considera que la responsabilidad de su mejora y bienestar es solamente mía, por lo que no está dispuesto a compartirla. En estos casos, la alianza no se da por el simple hecho de que la persona no considera que es protagonista o responsable de su propio malestar, por lo que el trabajo en equipo del que hablaba es imposible.

· Haciendo referencia al párrafo anterior, también puede suceder que la persona no esté dispuesta a escuchar lo que no quiere escuchar, por lo que se tome la intervención como un ataque personal e intente defenderse continuamente, por lo que conectar con esta persona será una tarea difícil.

· El paciente viene a terapia, pero realmente no sabe a qué. Es decir, debido a la gran desinformación y los mitos sobre la psicología que hay en esta sociedad, las personas no saben realmente qué es un psicólogo y qué pueden esperar de ellos (para qué se va a un psicólogo). En este caso, antes que nada, lo que intento es “educar” a mi paciente en este tema, y una vez tenga claro qué puede esperar de la terapia decidir si quiere comenzarla.

· La persona tiene unos valores y creencias que, a nivel personal, me es imposible entender o compartir. Sé que es un error, y deja en entredicho mi profesionalidad, pero hay casos aislados en los que una parte de mi (la humana, la que juzga jeje) no me permite conectar con esa persona. Aun así, trabajo duro en mi capacidad de aceptación para que esto no me suceda.

Bueno, espero que estas palabras os puedan ayudar, tanto como pacientes como terapeutas, si iniciáis un proceso, y que podáis detectar si existe esa alianza, ya que es un buen indicador tanto las señales de éxito como de fracaso con las que os podéis encontrar.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.